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Buñuelos y huesos de santo, sobreviviendo a Halloween

Con la entrada del frío y previa a la algarabía y color de la Navidad hay una época algo más lúgubre y tenebrosa a la par que dulce, que curiosamente se celebra en muchas partes del mundo: el Día de todos los Santos en nuestro caso, Halloween para los anglosajones o el Día de Muertos mexicano.

Hoy os vamos hablar de dulces que imperaban en las casas españolas en esta época, buñuelos y huesos de santo, eso que se prefería antes de que nos dieran calabazas.

Comencemos por los buñuelos.

Es un dulce frito, de ahí que se le denomine dulces de sartén o frutas de sartén. Se piensa que los buñuelos actuales tienen su origen en los bimuelos sefardís, que se consumen durante la fiesta del Janucá (Hanukkah) que siguiendo el calendario hebreo se celebra a finales de año.

En un principio los buñuelos no era rellenos, de ahí su nombre buñuelos de viento, por su poco peso y ligereza. Al ser típicos del día de todos los santos se hacia la alegoría que eran ligeros como las almas de los difuntos que ascendían al cielo.

Pero por aquí somos más de darle sabor y consistencia a la vida y no se tardó en rellenar de crema pastelera y nata, cuando esta se popularizó en los 70. Hoy podemos encontrar buñuelos relleno de múltiples sabores, pero los clásicos siempre triunfan.

Los buñuelos de viento no son en todas partes del mismo modo, os hemos descrito los más típicos de la Meseta, en otras regiones se hacen diferentes como los del Ampurdán, o de calabaza, incluso hay buñuelos en países latinos, aunque en ocasiones solo conserva el nombre ya que al usar ingredientes locales la esencia a variado mucho.

Con el soplo de viento de los buñuelos pasamos a los huesos de santo.

En estas fechas tan turbias ¿Qué es más tenebroso, hortalizas con cara de pocos amigos con chocolatinas del otro lado del charco en su interior o comer la alegoría de los huesos de un santo?

Se trata de la representación de un hueso relleno de su tuétano, de este modo se crea un surtido de muchos sabores, siendo en más popular el relleno de yema confitada.

Para darle esta forma, los pasteleros moldeamos en forma de tubo mazapán y lo rellenamos de mermeladas, cremas de mantequilla o yema confitada y posteriormente los glaseamos en azúcar o escarchamos en azúcar candy.

Los que les habéis probado o ya solo con la lectura habréis deducido que en ocasiones se pueden llegar hacer algo dulzones y pesados de comer. Esto ha hecho que su consumo haya ido decayendo con los años.

Los gustos cambian, y nosotros nos adaptamos a ellos, es por lo que hemos creado un hueso de santo siglo XXI, donde respetando los ingredientes principales hemos logrado un producto menos dulce y pesado y cómo no, más chocolateado.

Tiempo de tinieblas, muertos vivientes, almas perdidas y lo que da más miedo en realidad es quedarte sin estos dulces ya que les hacemos únicamente en temporada así que ¡ven a vernos pronto!

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